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Cómo conservar un vino abierto sin morir en el intento

Copa de vino blanco servida sobre una mesa de madera en Muñeca Brava, wine bar en Madrid

TL;DR

Guardar bien un vino abierto puede alargar su vida varios días.

El secreto está en evitar el oxígeno, el calor y la luz directa.

Sí, incluso los tintos pueden ir a la nevera (con cabeza).

Tapones al vacío y Coravin son tus mejores aliados.


La magia empieza cuando descorchas (pero no termina ahí)

Abrir una botella de vino no es solo quitar un corcho: es abrir un momento. Una conversación que se alarga, un brindis sin planear, una copa que acompaña la noche... Pero cuando la botella no se acaba, llega la pregunta que todo amante del vino nos hemos hecho alguna vez: ¿cómo conservar el vino abierto sin que se estropee?


Tirar vino duele. No solo por el precio o por el sabor, sino por todo lo que hay detrás: el trabajo de la viña, la paciencia del bodeguero, el terroir que le da carácter... En Muñeca Brava lo tenemos claro: el vino no se tira.



El tiempo del vino: cuánto aguanta una vez abierto

En cuanto el corcho sale, el oxígeno entra en juego. Es el comienzo de la oxidación, ese proceso que cambia su color, su aroma y su sabor. No hay una única respuesta, pero sí algunas referencias útiles:

Tipo de vino

Duración aproximada

Tintos jóvenes

2–3 días

Tintos con crianza o reserva

Hasta 4 días

Blancos y rosados

3–5 días

Espumosos

Idealmente, 24 h

Después de ese tiempo, el vino no se 'estropea' en el sentido sanitario, pero sí pierde un poquito de su esencia. Y eso, en este país donde el vino es casi una forma de hablar, es una pequeña tragedia.


Sí, el vino tinto también puede ir a la nevera

Aunque pueda sonar raro, guardar el vino tinto abierto en la nevera es una gran idea. El frío ralentiza la oxidación y ayuda a conservar mejor los aromas.

Solo hay que tener un poco de paciencia: sácalo unos 20 o 30 minutos antes de servirlo para que recupere su temperatura ideal.


En vinos potentes, como un Tempranillo de Madrid o una Monastrell de Jumilla, ese gesto puede ser la diferencia entre un vino plano y una copa que sigue viva.





Hay quien vuelve a poner el corcho 'como sea', pero si de verdad quieres cuidar la botella, hay herramientas que marcan la diferencia.



Aliados para conservar el vino abierto

Los tapones al vacío son una opción sencilla y económica. Con una pequeña bomba extraes el aire de la botella, y eso ralentiza el proceso de oxidación. Perfectos para vinos tranquilos que piensas disfrutar en los próximos días.


Si eres de las personas que disfrutan cada copa sin prisas, el Coravin es tu amigo. Este sistema profesional permite servir vino sin quitar el corcho, gracias a una aguja y un gas inerte (argón) que protege el contenido del aire. Ideal para esas botellas especiales que quieres saborear poco a poco.


En el caso de los espumosos, la clave está en mantener la presión interna. Un tapón específico puede conservar un cava o un espumoso natural hasta tres días sin perder la burbuja. Y si no tienes uno, ya sabes: guarda la botella bien fría y disfrútala cuanto antes.


Pequeños gestos, grandes resultados

Un truco sencillo: guarda la botella en posición vertical. Así, el vino tiene menos superficie en contacto con el oxígeno y se conserva mejor. Además, si el tapón no está perfecto, evitas goteos y manchas, y de paso ahorras espacio en la nevera.


Y hablando de la nevera, evita la luz directa y los cambios bruscos de temperatura. Son enemigos silenciosos que aceleran la degradación. Cuanto más estable el ambiente, más días de disfrute tendrás.


Gif de señora bailando con copa de vino tinto


La vendimia de este año ha sido todo menos fácil. Las olas de calor y la sequía han reducido la producción nacional en torno a un 15%, aunque la calidad se ha mantenido alta. En zonas como Murcia, curiosamente, la cosecha ha crecido un 15%, pero en la mayoría del país las bodegas han tenido que ajustar stocks y cuidar cada botella.


Por eso, conservar bien el vino abierto es también un gesto de respeto, hacia la naturaleza, hacia quien lo elabora y hacia quienes lo comparten. No se trata solo de técnica, sino de conciencia.


Cada vez más personas en España se acercan al vino desde un lugar distinto: valoran los proyectos pequeños, los vinos de baja intervención, los espumosos naturales, las viñas viejas.


La tendencia es clara: no beber más, sino beber mejor. Y parte de eso pasa por cuidar lo que ya tenemos en casa, por abrir una botella sin miedo a que 'se pierda', porque sabemos cómo conservarla y disfrutarla con calma.



el vino, como la vida, pide tiempo y atención

Conservar bien un vino abierto no requiere grandes trucos, solo un poco de mimo. Cierra bien la botella, enfríala, guárdala en vertical y evita la luz directa. Si es espumoso, protégelo con un tapón específico y disfrútalo frío.


Confía en tus sentidos: a veces, el vino del segundo día está más redondo, más amable. Y si tienes dudas, pásate por Muñeca Brava, que siempre hay una copa esperándote y alguien con quien charlar sobre vinos, botellas y momentos.


Porque el vino no se tira. Se comparte.



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